Autora: Natalia García Redondo, investigadora en el Área de física aplicada de la Universidad de Burgos

De menhires y piedras

¿Recuerdas a Obélix? Ese galo que junto a Astérix se enfrentaba continuamente a los romanos en los cómics de René Goscinny y Albert Uderzo. El mismo que de pequeño se cayó a una marmita llena de poción mágica que le confirió una fuerza descomunal de por vida. Quien, gracias a esta fuerza, era capaz de transportar unas piedras gigantescas llamadas menhires. ¡Por Tutatis, claro que lo recuerdas!

Pero… ¿alguna vez te has preguntado si esas piedras tan grandes existen en la vida real? ¿Qué hacían en mitad del paisaje, o para qué servían? Todas estas preguntas pueden ser respondidas por la Arqueología. Según la RAE, la Arqueología es “la ciencia que estudia las artes, los monumentos y los objetos de la antigüedad, especialmente a través de sus restos”.

Como ya habéis podido leer al inicio del artículo, la piedra que portaba Obélix a su espalda era un menhir. Menhir, en francés, es una piedra grande y larga fijada en el terreno de manera vertical. Los menhires forman parte de lo que se conoce como monumentos megalíticos. Mientras que las aventuras de Astérix y Obélix se desarrollan en la época romana (753 a.C – 476 d.C), el origen de estos monumentos megalíticos lo encontramos en la época prehistórica, concretamente del Neolítico (ca. 5700 – 3000 a.C., para la península ibérica). Sin embargo, estos serán posteriormente reutilizados aunque, en ocasiones, con un significado relativamente distinto.

El Neolítico: nos volvemos sedentarios

El término Neolítico hace referencia a un periodo de la Prehistoria en el que la piedra comienza a ser trabajada por pulimento. Además, aparecen otras innovaciones, como por ejemplo la producción de cerámica. El elemento clave de las transformaciones en el Neolítico fue el cambio en las formas de vida, que supuso el paso de una economía de caza y recolección a la producción de alimentos gracias a la domesticación de plantas y animales. Todo ello derivó en un cambio en el modelo de asentamiento: los grupos dejaron de ser nómadas para ser sedentarios.

El término monumento hace referencia al propósito de conservar la memoria de algo o de alguien en un determinado espacio a través de una construcción voluminosa y visible. Por otro lado, el término megalitismo hace referencia a aquellas construcciones que se caracterizan por su monumentalidad, debido a que han sido construidas con grandes piedras. El monumento  megalítico es, por tanto, la expresión de las ideas que caracterizan a las gentes que lo construyeron.

Figura 2. Menhir dos Almendres, en Portugal.

¿Para qué sirvieron los menhires?

Los investigadores que dedican su estudio a los monumentos megalíticos han intentado discernir qué funciones pudieron tener estos monumentos megalíticos. La primera línea interpretativa entiende que los monumentos megalíticos son tumbas donde se ha albergado a individuos fallecidos con un estatus social relativamente elevado. Por ello, el monumento megalítico habría servido para reflejar de forma visible la organización social que acontecía dentro del grupo local al que pertenecían los individuos en ellos enterrados. Una segunda interpretación trata estos monumentos como mojones territoriales cuyo objetivo fue delimitar la tierra perteneciente al grupo que realizó la construcción. Así, la dimensión territorial del megalito habría servido para relacionar a cada grupo local con su territorio.

El tercer y último modelo interpreta estos monumentos como construcciones arquitectónicas con un carácter simbólico y religioso que expresaría la ideología de estos grupos. En cuanto a su dimensión espacial, el monumento megalítico no implica solo visibilidad, sino que además funciona como elemento que determina los derechos sobre la tierra de los diferentes grupos de población. En este sentido los muertos son utilizados para hacer visible el dominio que un grupo tiene sobre un determinado espacio del territorio. Así, los restos humanos enterrados en las cámaras de estos monumentos megalíticos se encuentran en lugares que pertenecen al colectivo del grupo. Cada grupo local tendrá un enclave funerario propio y diferente.

Las diferencias sociales en el Neolítico

Si nos centramos en un emplazamiento geográfico concreto, como por ejemplo la cuenca del Duero, las evidencias arqueológicas halladas en los monumentos megalíticos de esta área permiten obtener una posible imagen de la perspectiva social del Neolítico de la zona. Estas evidencias arqueológicas consisten, principalmente, en los restos humanos y los elementos de ajuar que forman los osarios de las tumbas megalíticas.

Los restos humanos, gracias a su presencia (o ausencia) y a su disposición en el suelo de la tumba, han permitido plantear una hipótesis que aboga por una diferencia social por razón de sexo o edad entre los individuos que vivieron en esta zona durante el Neolítico. En otras palabras, nos encontramos ante una sociedad no igualitaria donde solo los varones y algunos niños tenían la suficiente jerarquía dentro del grupo como para ser enterrados en los monumentos megalíticos.

Por otro lado, con los elementos de ajuar se ha podido, al igual que con los restos humanos, observar diferencias tanto de sexo como de edad, pero también de prestigio, debido a la correspondencia que alguno de los elementos de ajuar presentaba con determinados restos humanos inhumados. Asimismo, la propia arquitectura megalítica también ha sido presentada como posible evidencia de la desigualdad social que había en estas sociedades. A partir de los trabajos de arqueología experimental se ha estimado que el número de individuos necesarios para realizar una construcción de tales características es considerablemente mayor que el número de cuerpos que se encuentran inhumados en estos monumentos megalíticos.

Figura 3. Dolmen de La Cabaña, en Sargentes de la Lora (Burgos).

La arqueología, en busca de respuestas

Los trabajos disponibles ponen de manifiesto la hipótesis de que no todos los individuos del grupo tenían la misma importancia, por lo que unos se encontraban más valorados que otros dentro la comunidad. No obstante, la Arqueología va reconstruyendo la Prehistoria a medida que avanza en sus investigaciones, por lo que aún es necesario continuar investigando yacimientos arqueológicos de este tipo para plantear nuevas hipótesis así como refutar o completar las ya propuestas.

Ahora que has leído el artículo seguro que has encontrado respuesta a alguna de las preguntas que te habías hecho. Y, muy probablemente, se te han ocurrido otras nuevas preguntas como: ¿Dónde están enterrados el resto de los individuos de la sociedad, como por ejemplo las mujeres y los niños? Para responder a esta pregunta hay que continuar excavando en los yacimientos arqueológicos y seguir investigando.

Aún queda mucho por conocer sobre las sociedades del Neolítico, pero seguro que la próxima vez que veas un monumento megalítico en medio del paisaje no pensarás que, como dice el título de este artículo, alguien ha “dejado una piedra ahí”, sino que serás consciente de que cada una de ellas fue depositada de manera premeditada y con un objetivo por los grupos que habitaron en la Prehistoria.


Bibliografía:

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