Autora: Natalia García Redondo
La Real Academia Española (RAE) define la palabra ciencia como el “conjunto de conocimientos obtenidos mediante la observación y el razonamiento, sistemáticamente estructurados y de los que se deducen principios y leyes generales con capacidad predictiva y comprobables experimentalmente”.
Ahora te invito a que pienses durante unos segundos en la palabra ciencia y reflexiones acerca de las imágenes que te vienen a la mente. Seguro que muchos de vosotros habéis imaginado un laboratorio donde las personas, vestidas con bata, por supuesto, se pasean entre probetas, tubos de ensayo y microscopios. Pues bien, ¿y si te digo que la arqueología también es una ciencia? Sí, sí, esa gente que va vestida con ropa de montaña o con camisetas de propaganda (según sea invierno o verano) y que se pasa horas y horas arrodillada en la tierra sin levantar la cabeza debido a la minuciosidad de su trabajo también hace ciencia.
¿No me crees? Veamos cómo define la RAE la palabra arqueología: “ciencia que estudia las artes, los monumentos y los objetos de la antigüedad, especialmente a través de sus restos”. Vale, ahora seguro que cuando pienses en la palabra ciencia también te vas a acordar de los arqueólogos y de “todas esas cosas viejas” que estudian.
Pero… La arqueología no estudia solo restos de la antigüedad como dice la definición, y para que me creas te voy a contar el trabajo que llevaron a cabo varios arqueólogos y voluntarios de la Universidad de Burgos (UBU) en el Monte de Estépar, donde se exhumaron, con metodología arqueológica, varias fosas comunes de la Guerra Civil Española.
El Monte de Estépar se encuentra a 21 km al oeste de Burgos capital (por la Autovía A-62 que comunica Burgos con Valladolid). Se trata de uno de los parajes de la provincia de Burgos donde mayores atrocidades y crímenes perpetró el bando nacional tras el fallido golpe de estado del 17 de julio de 1936 contra el gobierno legítimo de la II República. Las víctimas, según las fuentes históricas, eran civiles, tanto miembros de partidos políticos y organizaciones sindicales afines a la coalición de izquierdas del Frente Popular, como obreros, jornaleros, funcionarios, maestros y demás trabajadores que simpatizaron con la República. Todos ellos fueron detenidos ilegalmente y encarcelados en la Prisión Central de Burgos. De aquí fueron sacados con el falso pretexto de ser puestos en libertad. Sin embargo, estos eran entregados a grupos de falangistas que, junto a guardias civiles, les trasladarían hasta el Monte de Estépar para ser asesinados y arrojados a las fosas comunes.
El resultado es un gran número de fosas comunes repartidas por toda la geografía burgalesa, siendo el Monte de Estépar el lugar más tétrico por el gran número de víctimas allí sepultadas.
El proyecto de exhumación de las fosas del Monte de Estépar estuvo dirigido por el arqueólogo Juan Montero, en nombre de la Coordinadora Provincial por la Recuperación de la Memoria Histórica (CPRMH), Francisco Etxeberria (director de Aranzadi) e Ignacio Fernández de Mata (profesor de antropología social de la UBU). El equipo de exhumación se formó con arqueólogos voluntarios de la UBU y de Aranzadi. También hubo un equipo de antropología social formado por voluntarios de la UBU, encargados de entrevistar a las familias y a todos aquellos que quisieran ofrecer información que permitiera reconstruir la historia del lugar.
Las labores de exhumación se llevaron a cabo en dos campañas, la primera en julio de 2014 y la segunda en abril de 2015. En el año 2014, se exhumaron tres fosas, de 26, 27 y 17 individuos. En el 2015, se exhumó una fosa con 26 individuos. La violencia física que sufrieron las víctimas se refleja en los orificios provocados por los impactos de proyectiles de armas de fuego en los cráneos y en las lesiones producto de las torturas previas. También se observa en el amontonamiento de los esqueletos y en las extremidades maniatadas de muchas de las víctimas.
Además de los restos óseos también se encontraron objetos materiales que pertenecían a las víctimas. La mayoría tenían que ver con la indumentaria y el calzado, como por ejemplo cinturones, hebillas, corchetes, botones, alpargatas, abarcas y zapatos… También se encontraron utensilios de la vida cotidiana: cucharas, liendreras y lapiceros.

Tras haber exhumado e individualizado los esqueletos y tras su levantamiento siguiendo el orden inverso al que fueron arrojados a las fosas, estos fueron embalados, etiquetados y guardados en cajas para ser trasladados al laboratorio, donde se llevó cabo el análisis antropológico y patológico de los restos con el objetivo de determinar la causa de la muerte y orientar la identificación de los individuos en base a la estimación del sexo, la edad y la estatura, y a la detección de cualquier posible patología que hubiese dejado huella en algún hueso.

Se puede observar a partir de las exhumaciones del Monte de Estépar que la arqueología es una ciencia útil y muy necesaria no solo para conocer nuestro pasado más remoto, sino también el pasado contemporáneo.
Como ves, la ciencia no es solo “sinónimo” de bata y microscopio, ¡sino también de tierra y paletín!
Referencias:
Primera campaña de exhumación. Localizan cuatro fosas comunes del franquismo en el Monte de Estépar.
Segunda campaña de exhumación. Cuarta fosa del Monte de Estépar.
Bibliografía:
- Ediciones Tangentes (2017). Monte de Estépar. Tras los pasos de la memoria. 175 pp.
- Etxeberria, F. (coord.) (2020). Las exhumaciones de la guerra civil y la dictadura franquista 2000-2019. Estado actual y recomendaciones de futuro. Ed: Ministerio de la presidencia, relaciones con las cortes y memoria democrática.
- García Redondo, N; Alberdi Díez, P. (2019). Los perpetradores del monte de Estépar: un estudio balístico. X Jornadas de jóvenes en investigación arqueológica, 111-119.
- Montero Gutiérrez, J; Albo Basurto, S; Alberdi Díez, P; García Redondo, N. (2017). Aterrados, sacados y (des)enterrados: una mirada arqueológica a los paisajes del terror caliente del 36 en tierras de castilla. Revista Otarq, 2, 183-204.