Un equipo de arqueólogos vinculados a la Universidad de Burgos codirige la investigación del yacimiento de Páramo Ciudad (La Nuez de Abajo, Burgos).
Eduardo Carmona Ballestero, profesor de Arqueología de la UBU, codirige junto a Cristina Vega Maeso y Alberto Berzosa Ordaz, un proyecto de investigación que ha comenzado este año en la localización de la antigua ciudad de Bravum de los turmogos.

Durante 2017 un equipo vinculado a la Universidad de Burgos ha llevado a cabo trabajos de investigación en el yacimiento arqueológico de Páramo Ciudad (La Nuez de Abajo, Burgos).
El equipo, dirigido por Alberto Berzosa Ordaz, Eduardo Carmona Ballestero y Cristina Vega Maeso, ha tomado este lugar como muestra representativa de estudio dentro de una investigación sobre el impacto romano sobre las sociedades indígenas del NE de la Meseta Norte. Este yacimiento, un impresionante castro donde casi todos los investigadores localizan la antigua ciudad de Bravum de los turmogos, a pesar de su enorme potencial (84 hectáreas de yacimiento) sigue siendo una gran desconocido.
En esta campaña, los resultados de los trabajos llevados a cabo han permitido cambiar en parte esta situación. A la prospección llevada a cabo en abril, se han sumado los sondeos en julio-agosto de este mismo año.
Prospección de superficie
Los resultados han permitido registrar de manera detallada la dispersión de material arqueológico en superficie. Los datos corroboran las informaciones previas, procedentes de otras campañas de prospección, en cuanto a la delimitación del yacimiento y la determinación de áreas de concentración de restos en superficie. Precisamente estas agregaciones o concentraciones pueden informar potencialmente de áreas con funcionalidades distintas o de estados de conservación de las evidencias diferenciados. En ese sentido cabe señalar la notable diferencia de restos en superficie entre Ciudad, al interior del espacio amurallado conocido como El Cincho y la zona el exterior, de Los Llanos, donde los materiales son bastante más numerosos. Aparecen de manera constante hasta llegar a un potente talud que hace las funciones de límite al Oeste. Tras una estrecha franja sin apenas restos, se reconoce una nueva concentración que parece corresponderse con algo ya elemento externo a la antigua “área urbana”. Al respecto, nuestra hipótesis este impresionante talud que cruza de norte a sur prácticamente el páramo y que no coincide con los relieves naturales es artificial. Su configuración de barrera parece clara aunque su formación original aún no se puede establecer. Las posibilidades son varias: amurallamiento, límite de un foso, etc… Será necesario determinarlo a través de una excavación. En todo caso, este parece ser el límite de la posible aglomeración urbana.
Las características de los materiales y su distribución en superficie son elocuentes. La práctica totalidad de los restos documentados son fragmentos de cerámica fina, a torno y en ocasiones decorada con pintura, cuyas formas y motivos remiten a tipos netamente indígenas (Celtibérico Pleno: ss V/inicio del siglo I a.C). Apenas aparecen restos de cerámica a mano, algunas escorias de hierro e industria lítica. De manera muy esporádica y puntual se han documentado piezas de atribución propiamente romanas (ss. I-V d C.).
Excavación arqueológica
La fase de sondeos dio comienzo el 15 de julio de 2017 y se prolongó hasta el día 6 de agosto. Los resultados han sido altamente satisfactorios. Por un lado, se ha podido corroborar el alto potencial al interior de El Cincho. De hecho se planteó un sondeo es esa zona con objeto de muestrear el estado de conservación del yacimiento y registrar la estratigrafía relacionada con el amurallamiento, sobre todo teniendo en cuenta que por la proximidad al mismo y la probable acumulación de depósitos de derrumbe y erosión del elemento defensivo seguramente no habría sido muy castigado por la acción del arado. La elección del lugar resultó de lo más apropiada, pues se han documentado más de una veintena de unidades estratigráficas cuya secuencia incluye varias fases de ocupación del espacio. De más moderno a más antiguo son las siguientes:
- El potente amurallamiento es la fase final de uso de la zona. Se conserva 1,5 metros del paramento interior, dispuesto sobre varios depósitos con un fuerte buzamiento hacía el E, que parecen o bien fueron acopiados para formar la base de la barrera defensiva definitiva, o bien constituyeron una fortificación terrera previa. A falta de los resultados de las dataciones radiocarbónicas no podemos discriminar entre una y otra hipótesis.
- La fortificación se superpone un poblado, del que se ha documentado una cabaña de planta rectangular, construida con un zócalo de piedra caliza y muros de adobe. Fue destruida por un incendio. De la misma se ha conservado un suelo realizado con placas de caliza trabadas con argamasa.
- Esta cabaña se superpone a su vez a depósitos domésticos de un momento de ocupación anterior cuya naturaleza está por determinar debido a que los trabajos no podían continuarse.
En suma, se dispone de una secuencia estratigráfica ininterrumpida que acumula al menos entre 1,60 y 2.50 metros de depósitos arqueológicos. Todas las fases documentadas se pueden adscribir a través de la cronología relativa proporcionada por la cerámica a la Segunda Edad del Hierro (ss. V al I a.C.).
En la zona exterior, el registro arqueológico es más parco pero no menos interesante. En ella se cumulan unos los 70/80 cm de estratos arqueológicos, vinculados muy probablemente a espacios domésticos, en los que aparecen hoyos y algún muro muy alterado. No se ha podido documentar ninguna “estructura urbana” propiamente dicha. Es necesario determinar en el futuro si se debe realmente que este tipo de ordenación no existió o la representación arqueológica actual es causa de la afección del arado que ha desmantelado las evidencias más superficiales.
Como en la prospección, el material arqueológico más abundante es la cerámica fina torneada, que se acompaña en este caso de gran cantidad de restos óseos faunísticos procedentes de los animales consumidos por los habitantes del castro. Junto a ellos menudean otras piezas como canicas de barro y escorias de hierro.
Los resultados son prometedores y reveladores del potencial del yacimiento. En ese sentido, han permitido valorar el estado de conservación del sitio, con una impresionante secuencia detectada en la zona de El Cincho. Además ha permitido establecer las estrategias a seguir en el futuro. Queda pendiente determinar:
- en otros lugares de Los Llanos si se conservan restos no alteados semejantes a los de El Cincho o la ocupación es esta área fue de otra naturaleza.
- Si el talud oeste se corresponde con algún tipo de construcción humana y, de las posibilidades barajadas, a cuál de ellas.
Por lo tanto, Eduardo Carmona Ballestero concluye “tenemos esperanzas y buenas expectativas para poder seguir trabajando en futuras campañas arqueológicas”.
Noticia: http://www.ubu.es/noticias/arqueologos-de-la-ubu-estudian-la-influencia-romana-en-la-meseta-norte