Autores: Marta Santamaría Díez, Héctor de la Fuente, Claudia Santamaría y Pedro Alonso, del Doctorado en Evolución Humana.
Hace 200.000 años, nuestro planeta estaba habitado por varias especies humanas. En Europa y algunas regiones asiáticas la especie Homo neanderthalensis tuvo una gran expansión en las cronologías comprendidas entre 200.000 y 30.000 años antes del presente. En la actualidad, los neandertales son la especie humana fósil de la que tenemos más datos.
La época en la que vivieron fue predominantemente fría. Las glaciaciones que fluctuaban durante el Paleolítico Medio les hicieron adaptarse a condiciones extremadamente frías1 mientras que en otros momentos tendrían condiciones climáticas templadas y húmedas más parecidas a las actuales.
Estos habitantes de Eurasia tenían una complexión fornida y gran robustez esquelética. Su peso se calcula en unos 84,5kg y su estatura ronda los 160-170cm2, calculándose su gasto energético en unas 3000-5000 kcal diarias3.
Estos cazadores-recolectores estructuraban su hábitat al aire libre, en cuevas y abrigos donde discurrían sus actividades cotidianas. Solían ocupar diferentes lugares durante periodos de tiempo variable a los que volvían una y otra vez, estructurando su territorio en el que contarían con campamentos, altos de caza, áreas de talla, de carnicería, etc. Tenemos como ejemplo los yacimientos musterienses de la sierra de Atapuerca4 y Prado Vargas5 (Burgos).
Eran grandes conocedores de la tecnología del fuego, sabemos que lo podían producir, controlar y mantener6,7,8. Lo usaban para cocinar, ahumar y almacenar alimentos, además de otras funciones como protección contra depredadores, alargar las horas de luz durante las noches y aumentar los lazos sociales.

En cuanto a la alimentación, la aportación cárnica a la dieta venía dada por la caza y carroñeo9 de grandes y pequeños mamíferos, aves, moluscos, peces10 y tortugas11. Se alimentaban en función de lo que les ofrecía cada ecosistema, aunque también vemos como tenían preferencias en su menú, como en Spy (Bélgica), donde consumían fundamentalmente rinoceronte lanudo y muflón12; en el nivel P del Abric Romaní (Barcelona), preferían caballos13; y en los yacimientos franceses de Abric du Maras y Les Pradelles, muestran una predilección por el reno14,15
Las capacidades de los neandertales para la caza han sido puestas en entredicho hasta hace bien poco, pero ahora sabemos que el grupo se organizaba para atacar a sus presas a corta distancia ayudándose de herramientas como lanzas, arrinconando a los animales contra trampas naturales16 o directamente abatiéndolos17. Una vez muerto el animal, si era de gran peso, sería despiezado para poder transportarlo mejor. Llegados al asentamiento, utilizaban sus sofisticadas herramientas para descarnarlos, trabajar sus pieles, desarticular los miembros o filetearlos18, buscando aprovechar al máximo el potencial de sus presas. Como ejemplo de esto, podemos ver que, una vez limpios los huesos, era habitual fracturarlos para consumir el tuétano de su interior, que resulta ser un alimento muy nutritivo y de gran aporte calórico.
Además de este comportamiento generalizado, vemos cómo el aprovechamiento de las presas en ocasiones alcanza tal grado que los fragmentos resultantes de la fracturación de huesos eran reutilizados como herramienta para afilar sus cuchillos de piedra, como vemos en el yacimiento de Prado Vargas (Burgos) donde hemos documentado más de 70 herramientas de este tipo19.

El consumo de conejos también parece que era habitual, aunque inicialmente se pensaba que solo el Homo sapiens era consumidor de esta presa tan escurridiza. Tenemos muchas evidencias del consumo de estos pequeños animales en yacimientos musterienses como Gruta Nova (Portugal) 20 y Teixoneres (Barcelona)21. Contra lo que podemos pensar, el conejo tiene mayor valor nutricional, en porcentaje de proteínas, grasas y kcal por 100 gr, que otros grandes herbívoros como ciervos, caballos y cabras, por lo que sería un alimento muy eficiente22. Otros pequeños animales como las aves, anfibios y reptiles también eran fuente de alimento, como podemos ver en ejemplos de Gorham´s, Ibex y el abrigo de Devils Tower y Vanguard Cave (Gibraltar).
Entre su amplia demanda de alimentos quizá nos pueda llamar la atención el gran interés por los recursos marinos, que encontramos en los yacimientos cercanos a la costa. En las cuevas de Gorham´s y Vanguard Cave, situadas en el estrecho de Gibraltar, vemos como se consumían varios tipos de focas y delfines, así como atunes y erizos de mar22.
El consumo de moluscos también parece resultar frecuente. En la unidad b de Vanguard Cave se han recuperado conchas de unos mejillones de especie Mytilus galloprovincialis asociados a un hogar23. Estos fueron recolectados en un estuario cercano, usando posteriormente el fuego para abrir las conchas y preparando con ellos una especie de mejillones al vapor. En Figueira Brava (Portugal) se han recuperado moluscos (entre los que sorprenden las ostras y vieiras) en tal cantidad que los investigadores piensan que la recolección sería diaria (370kg recuperados en total) y también se deleitaban con otros manjares de marisco como el cangrejo marrón y cangrejo araña, que parecen ser cazados en verano cuando emigran de aguas profundas a superficiales. En este yacimiento portugués también hay consumo de peces de roca como anguilas, congrios, morenas, tiburones y sargos. También se constata el consumo de aves marinas como el cormorán, el pingüino y el frailecillo24.

Otros animales como las tortugas eran consumidos con cierta frecuencia. Este sería un recurso alimenticio que podrían prácticamente recolectar sin mucho esfuerzo en las zonas costeras. Por ejemplo, en Bolomor (Valencia), estos animales son abiertos mediante golpes en su caparazón para ser consumidos11.
Tierra adentro podemos encontrar evidencias de este tipo de consumo asociado a cursos fluviales, de los que tenemos pocos datos. Cabe destacar el consumo de trucha, anguila y boga en el yacimiento burgalés de Cueva Millán (a orillas del Arlanza)25, así como ocurre en otros yacimientos en zonas de ribera como son Áridos 1 (Madrid), Scladina (Bélgica), Baume-Vallée, Abri du Maras y Barasses II (Francia)10.
Sin embargo, en el yacimiento asturiano del Sidrón, a través del estudio del sarro, no se encuentran signos de la ingesta de carne pero vemos que tienen una dieta variada en vegetales de la que se ha podido identificar el consumo de piñones, musgo y setas de varias especies12. También se ha encontrado la presencia de hongos relacionados con problemas digestivos e intestinales como Enterocytozoon bieneusi, que está relacionado con fuertes diarreas.
Sabemos que estos neandertales del Sidrón son grandes conocedores de remedios naturales. Quizá sus problemas con los hongos intestinales tengan relación con el uso de la manzanilla26, la camomila y la aquilea, hierbas medicinales que continuamos usando hoy. A su vez, también se encuentra el hongo Penicilium en el sarro de los dientes, así como corteza, raíces y hojas de álamo que contienen ácido salicílico27, un potente analgésico que podrían utilizar a modo de aspirina, ya que este es uno de sus componentes principales.

El uso de hierbas para la higiene bucal está ampliamente documentado en especies anteriores, pero es una costumbre que continúa y de la que tenemos evidencias en los yacimientos de Cova Foradà (Tarragona)28, Krapina (Croacia)29 y el Sidrón (Asturias)30. Estas poblaciones suelen mostrar un desgaste dental intenso acompañado de enfermedad periodontal, que causaría molestias e inflamación en las encías y lo intentan mitigar con una especie de palillo. Este gesto genera grandes surcos y abrasión en las piezas dentales, como puede verse en la imagen.
Otros estudios, en base a microfósiles presentes en el cálculo dental, han demostrado el consumo de vegetales y legumbres cocinadas en yacimientos como Shanidar 3 (Irak) y Spy 1 y 2 (Bélgica)31. El gran porcentaje de almidones presentes en estos restos indican que los alimentos vegetales fueron cocinados. El estado de dichos almidones coincide con evidencias de calentamiento en presencia de agua, es decir, una especie de horneado o cocción durante más de 30 minutos (según las experimentaciones). Este tipo de preparaciones serían realizadas con vegetales disponibles en el entorno local y seguramente lo cocinaban para digerirlo mejor. Además de cereales y legumbres, en Shanidar 3, se ha documentado el consumo de dátiles con este mismo método.
En los yacimientos de Kebara (Israel) 32 y Douara (Siria) 33 hay evidencia de semillas carbonizadas (hasta 4000) de legumbres y frutos secos como pistachos y bellotas que han sido interpretadas como alimento, pero nos faltan evidencias directas de este posible cocinado. Todos estos hallazgos nos hacen pensar que los neandertales estaban invirtiendo su tiempo y trabajo en la preparación de alimentos vegetales de manera que aumentaran su comestibilidad y calidad nutricional.
Uno de los aspectos más llamativos en comparación a la dieta que hemos visto hasta ahora es el consumo de carne humana. El canibalismo parece ser algo común a todas las especies, y los neandertales no iban a ser menos. Tenemos ejemplos de estas prácticas en yacimientos como Zafarraya (Málaga) 34, El Sidrón (Asturias)35, Goyet (Bélgica)36, Moula-Guercy37 y Les Pradelles (Francia) 38. Esto puede corresponderse con un consumo gastronómico o con cuestiones rituales, pero es difícil de determinar dada la complejidad de las interpretaciones.

Tras un repaso a la gastronomía neandertal, vemos que su dieta era mucho más flexible de lo que suponíamos en un principio y que su carro de la compra no era fácil de llenar. Pero todavía nos queda una pregunta por resolver. Estas diferencias en la elección del menú por parte de diferentes grupos, ¿qué nos están queriendo decir? ¿Son los neandertales los que adaptan su dieta a los recursos del entorno? ¿O más bien eligen su entorno por sus preferencias culinarias? El debate ya está servido.
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