Autora: Fátima Gil Gascón
Si viéramos en un plano cenital el patio del colegio de mi hija, podríamos distinguir una enorme mancha, como si alguien hubiera pegado un “chicle de fresa” en el centro. Esa es su clase. Un montón de niñas correteando todas ellas vestidas de rosa. A su alrededor, un maremágnum de verdes, azules y marrones: los chicos.
Mi niña de cuatro años tiene todavía manos regordetas de bebe y dice cosas como “el negro es de feas”. Su color favorito es el pink (así, en inglés) y como el resto de sus amigas, NO QUIERE ir vestida de otro color. Aunque, por lo menos, admite tonalidades y consiente todo su espectro: del fucsia al palo pasando por el melocotón.
No tuvo ningún body de ese color, no era rosa ni su cochecito, ni sus muñecos ni las paredes de su habitación. Pero, de repente, un día en torno a los 3 años comenzó esta insana obsesión.
Intento convencerme de que solo es un color, pero sé que no es cierto. En la actualidad, tal y cómo señala el diseñador gráfico Riccardo Falcinelli, los colores más que una cualidad de los objetos, representan una expectativa, un deseo. Eva Heller, en su libro “Psicología del color” afirma que poseen un simbolismo psicológico producto de experiencias universales enraizadas en nuestro pensamiento desde la infancia. ¿Significa eso que ya no hay esperanza?
Habrá que buscar las causas para encontrar las soluciones. Los primeros referentes de los niños son, sin duda, sus progenitores. Allá voy. Miro mi armario. No hay ni rastro de colorcito de marras. De hecho, casi todo es negro – Cielos, ¡Qué pensará de mí! – Miro el de su padre… Tampoco.
Analicemos la situación con calma y veamos cuál es su significado. El rosa, fue una tonalidad muy utilizada a lo largo de la historia. Apreciado en Grecia y Roma. Muy de moda, junto al dorado, durante el XVIII. Destinado a príncipes e infantes reales en el XIX. El color de las fajas y medias de los toreros hasta principios del XX… La Primera Guerra mundial modificó la concepción simbólica de los colores. El horror, la suciedad, la necesidad hicieron que se desterrasen los más llamativos imponiéndose los grises, marrones y azules. El rojo desapareció de pantalones y adornos alejándose, también, del concepto de hombría y relegándose, en todas sus gradaciones, a vestidos y objetos relacionados con la infancia. Pero, todavía, sin distinciones de sexo.
Hasta los años cincuenta el rosa no adquiere su significado actual. La principal culpable parece ser Mamie Eisenhower, primera dama de EE.UU. entre 1953 y 1961. Su gran afición por su matiz más pálido provocó su popularización y su identificación con una femineidad conservadora vinculada al matrimonio y a la maternidad.
De ahí a dominar la publicidad y los juguetes destinados a las niñas –futuras madres y esposas- solo había un paso. A este contribuyó Barbie, la muñeca creada en 1959 por Ruth Handler. Alejada de los bebés, representaba a una adulta atractiva, un posible modelo para niñas que soñaban con crecer rápido para poder tener una vida de color rosa.
Una vez establecida esta asociación, solo quedaba explotarla. Mirando la habitación “algodón de azúcar” de mi niña compruebo que, afectivamente, hay muchos juguetes –a partir del año que viene, SOLO un regalo por reyes- de este color. Libros, pelotas, plastilina, rotuladores, muchos cacharritos inútiles y un montón de muñecas. Fijándome con detenimiento, observo que la mayor parte de estos objetos son merchandising. Personajes y cachivaches de algún producto audiovisual destinado a los niños.
¡Ja!, aquí estás traidora… Aunque mi niña es más de correr que de estar sentada, lo cierto es que según los resultados del informe de la asociación para la investigación de Medios de Comunicación referido a los niños (AIMC niñ@s) del año 2018, el 80% por ciento de los menores españoles consumen televisión a diario, la mayor parte de ellos con contenido a la carta. Las circunstancias sanitarias actuales han provocado un aumento sustancial del uso de pantallas convirtiéndose en el principal elemento de ocio.
La influencia de lo audiovisual en la conformación de los gustos y opiniones está fuera de toda duda. Especialmente cuando se repiten ciertos patrones visuales y/o narrativos. En la televisión el tiempo es oro y no se puede desperdiciar en disquisiciones. Por eso se acude a los estereotipos visuales. Representaciones simplificadas de tipos sociales existentes en la actualidad que son definidos a través de uno o dos rasgos que les son característicos. Cuando aluden a hombres y mujeres reciben en nombre de estereotipos de género.
Son muy útiles porque permiten al espectador, que comparte el mismo código que los creadores del producto, entender con un simple golpe de vista la idiosincrasia del personaje. Pero también son muy peligrosos porque contribuyen a crear una idea del mundo sesgada y simplista. No en vano, el poder de la imagen reside en hacernos creer que lo que vemos es, o al menos parece, verdad.
Lo audiovisual es fruto de la sociedad que lo crea y lo consume. Muestra sus esquemas mentales, sus deseos y sus anhelos, pero también contribuye a crearlos y/ a modificarlos. Especialmente si estos se repiten de forma sistemática en distintas pantallas.
Actualmente, la mayor parte de los personajes femeninos de los dibujos animados llevan algún atributo de esta tonalidad. Predomina en el catálogo de cualquier plataforma digital destinado a niñas. En las series mas “progres” aparecen también el rojo o el violeta. Ambos intrínsecamente relacionados con el rosa. Por no hablar de las princesas Disney, que daría –de hecho, han dado- para varias tesis doctorales.
Peppa Pig es rosa. También lo es Skye, la perrita de La patrulla canina, Masha, la amiga de un oso y Los ponys de My Little pony, que, además, también brillan. Viendo esto, lo sorprendente no es que le guste este color, sino que no vaya entablando conversación con cualquier animal domestico que se encuentre.
Más allá de la infrarrepresentación femenina, el terrible sesgo temático de estas series o los inadecuados mensajes que trasmiten, hay una limitación cromática que implica también una desigualdad. Frente a los niños que disfrutan de una paleta más variada en la que se encuentran, por ejemplo, el verde, el azul o el marrón, las pequeñas se mueven en un universo visualmente empobrecido. Y por ende, en un mundo simbólico menos completo y complejo.
El concepto “Pensamiento rosa” fue acuñado Linda Johnson y Andrea Learned para designar aquellas campañas de marketing destinadas a mujeres basadas, principalmente, en su tradicional relación con este color. Las autoras, señalan que, más allá de incidir en este detalle estético, las compañías mejorarían sus ventas si analizasen los nuevos roles femeninos y abandonasen estereotipos social y económicamente superados.
El mundo está cambiando. Y con él los colores que nos definen. No en vano, hoy en día el color rosa está volviendo a ser una cosa de hombres. Según dicen, lleva un par de temporadas siendo tendencia en la moda masculina.
¿Y qué hago yo ahora? ¿Espero a que las grandes cadenas de entretenimiento dejen de “pensar en rosa”? ¿Cancelo mi suscripción a Netflix y me pierdo el último capítulo de los Bridgerton? ¿Tiro todos sus juguetes? ¿Quemo su ropa?
La escritora Roxane Gray reconoció en su libro Mala feminista que una de sus principales contradicciones era que el rosa era su color favorito. Quizás también yo deba asumir las mías. Quizás lo mejor sea enseñara mi hija que le guste el color que le guste y que lleve la ropa que lleve puede ser igual de inteligente, valiente, triunfadora y fuerte que cualquiera. Y después llevármela a tomar un buen helado de fresa.
Referencias:
- AIMC (2018). resultado del 5º estudio https://www.aimc.es/a1mc-c0nt3nt/uploads/2019/02/2019_02_14_AEDEMOTV_AIMC_ninos_veo_veo.pdf
- Baliscei, João Paulo (2020).“Abordagem histórica e artística do uso das cores azul e rosa como pedagogías de género e sexualidade” en Revista Teias, v. 21, p. 223-244.
- Falcinelli, Riccardo (2019). Cromorama: como el color transforma nuestra visión del mundo. Taurus: Barcelona.
- Gray, Roxane (2016), Mala feminista, Capitán Swing: Madrid.
- Johnson, Lisa y Learned, Andres (2005). No piense en colo rosa. Qué hace que las mujeres compren, Norma: Bogotá.
- Llorente, Lucina y Gutiérrez, Juan (2020). “La vie en rose: una mirada a la historia del color rosa” en Indumenta: Revista del museo del traje, nº 3, p. 82-93.
- Heller, Eva (2004). “Psicología del color. Cómo actúan los colores sobre los sentimientos y la razón”, Gustavo Gili: Barcelona.