
El 10 de septiembre se ha presentado oficialmente en los locales de la Delegación Europea en Madrid, los proyectos financiados en la última convocatoria LIFE+2013 para España y Portugal. En esta convocatoria, el Estado Español ha logrado la financiación de un total de 68 proyectos por los que recibirá una financiación de 116,1 millones de euros de la Unión Europea.
Dentro de ellos se encuentra el proyecto “LIFE+Integral Carbon: Desarrollo e implementación integrada de fotobiorreactores para la reducción de Gases de Efecto Invernadero (GEI) en agroindustria”, que coordinado por el Grupo de Investigación en Compostaje de la Universidad de Burgos (UBUCOMP) cuenta con la participación del Grupo de Tecnologías Avanzadas Aplicadas al Desarrollo Rural Sostenible (TADRUS) de la Universidad de Valladolid, la empresa KEPLER Ingeniería y Ecogestión con sede en Burgos, el Centro Tecnológico de Extremadura (CTAEX) y la Denominación de Origen de Uclés (Cuenca).
El objetivo primordial de este proyecto es aplicar y demostrar la eficiencia, desde el punto de vista de la atenuación del cambio climático asociado a determinadas actividades agroindustriales, de técnicas innovadoras basadas en la captura de gases de efecto invernadero mediante el cultivo de algas autóctonas con las que se obtendrá un biomejorador de suelos. El proyecto cuenta con un presupuesto de 1.253.361€ y una contribución de la UE de 602.636 € para un periodo de 30 mesesy está coordinado por el profesor Carlos Rad del Departamento de Química de la Universidad de Burgos. El proyecto comenzó su andadura el pasado mes de julio con el desplazamiento de investigadores de las Universidades de Burgos y Valladolid a Losar de la Vera (Cáceres) y Tarancón (Cuenca), lugares donde se realizarán las aplicaciones técnicas del proyecto. Esta primera visita sirvió para realizar las primeras tomas de muestras de los suelos que serán objeto de estudio, tanto suelos de regadío como de viñedo, así como una visita a las instalaciones de las empresas colaboradoras en el proyecto: la industria láctea propiedad de COOLOSAR y la bodega La Fontana, perteneciente a la D.O. de Uclés, donde se realizó la evaluación inicial de emisiones de gases de efecto invernadero (GEI). Todo ello servirá para determinar el escenario base de emisiones de G.E.I. de los sectores agroalimentarios asociados al proyecto.
La D.O. de Uclés y la cooperativa COOLOSAR se encuentran inmersas en el proceso de certificación de su huella de Carbono con el objetivo de una producción que pueda ser etiquetada con huella cero en cuanto a su contribución al incremento de G.E.I. Es precisamente la minoración del impacto ambiental asociado a las actividades agrarias y a la transformación de los productos alimentarios, uno de los pilares de la nueva PAC, que busca la generación de una agricultura más sostenible capaz de atender las crecientes demandas de la sociedad en seguridad alimentaria, medio ambiente, y cambio climático. Por todos ello es vital la génesis de nuevos proyectos tecnológicos que como LIFE+Integral Carbon, persiguen el mantenimiento del medio rural a través de iniciativas sostenibles de carácter endógeno, que incentiven el uso sostenible de los recursos del territorio y que sean desarrolladas por los propios agentes locales, como es el caso la actividad de la D.O. de Uclés y la cooperativa COOLOSAR.
ALGUNOS DATOS TÉCNICOS DEL PROYECTO LIFE+INTEGRAL CARBON
¿Qué pasa con los nutrientes que se aportan en forma de fertilizantes minerales a cada cultivo?
Es indiscutible que estos nutrientes contribuyen a conseguir mejores y mayores cosechas, que luego son transformadas en las industrias en alimentos, generando en este camino residuos que son necesarios depurar y gestionar, suponiendo un coste elevado en la gestión: inversiones en depuradoras, impuestos medio ambientales, multas por vertidos incontrolados, mala imagen ambiental de la industria, etc.
En este escenario se muestra como es necesario introducir nutrientes para cultivar, y como luego esos nutrientes que surgen del procesado de los productos agrícolas y alimentos y que llamamos residuales, constituyen un problema medio ambiental y económico a quienes lo generan. Es decir los nutrientes que “faltan” a los agricultores para producir, les “sobran” a las agroindustrias y a los núcleos urbanos. Pues para cerrar este ciclo surge el proyecto europeo LIFE+ Integral Carbon.
Este es un proyecto demostrativo coordinado por la Universidad de Burgos, en el que intervienen la Universidad de Valladolid, el Centro Tecnológico Agroalimentario de Extremadura (CTAEX), la Denominación de Origen de Uclés, la empresa Kepler Ingeniería y Ecogestión, y la Fundación General de la Universidad de Valladolid.
Los residuos que antes mencionábamos son residuos sólidos y líquidos (aguas de lavado, purines, lisieres, restos vegetales, etc.) que poseen un elevado contenido en nitrógeno y fosforo, elementos muy importantes en el desarrollo de los cultivos. También dentro de estos residuos están los residuos gaseosos como los gases de combustión (calderas, motores, combustiones, etc.), que están constituidos por dióxido de carbono (CO2), gas que contribuye al llamado cambio climático o calentamiento global, además de ser un gas necesario para que los vegetales crezcan. En resumen estos residuos son generados en cualquier actividad agroindustrial.
Por ello para llevar de forma efectiva lo que a unos “sobra” a donde a los otros les “falta”, se van a utilizar unos vegetales que están en el suelo y que poca gente sabe la importancia que tienen, como son las algas y cianobacterias. Estos microscópicos vegetales tienen la capacidad de consumir en su crecimiento CO2, además estas algas tiene la capacidad de fijar nitrógeno de la atmosfera, al igual que las leguminosas (guisantes, garbanzos, titarros, vezas, yeros, etc.) siendo una fuente económica de aporte de nitrógeno a los cultivos.
Pues bien en el proyecto LIFE+ Integral Carbon se van a desarrollar un prototipo móvil donde cultivar de forma intensiva estas algas a partir de los residuos antes mencionados, para posteriormente distribuir estas algas de nuevo al suelo de origen, incrementando la población de algas autóctonas en el suelo y así aumentar la capacidad de fijación de nitrógeno. Sin olvidar que en este proceso habremos conseguido retirar de la atmosfera una cantidad de gas CO2, que habrá contribuido a aminorar el temido cambio climático.