Este artículo ha ganado el Primer Premio del VI Concurso de Artículos de Divulgación Científica de la Universidad de Burgos.

Autores: Víctor Revilla Cuesta, Javier Manso Morato, Nerea Hurtado Alonso, Vanesa Ortega López.

Año 55 a.C., Roma gobernaba el mundo conocido. La civilización se limitaba al Imperio Romano. Y más allá de sus fronteras, únicamente suelo bárbaro. Era el divino encargo del imperio acabar con la barbarie, extender la civilización hasta donde Roma pudiese llegar. Por ello, el primer Triunviriato romano había decidido tres años antes, todavía sin las luchas internas de poder entre sus miembros que acabarían con la dictadura de uno de ellos, nuestro protagonista, conquistar la Galia. La Guerra de las Galias, que acabaría con Roma exitosamente conquistando la actual Francia en el año 51 a.C., salvo por la pequeña aldea gobernada por Abraracúrcix, Goscinny y Uderzo, se encontraba en su máximo apogeo.

Espoleado por la serie de victorias encadenadas por su ejército, el Gobernador de la Galia designó aquel 55 a.C. un destacamento de 40.000 hombres para una misión especial. Había puesto sus ojos en Germania. A mediados de aquel año, dicho destacamento avanzaba en perfecta formación por la región recién conquistada de Tréveros, al noreste de la Provincia Céltica. El Gobernador encabezaba la marcha a caballo la mañana en la que se encontraron con el curso de agua que limitaba esta región con Germania (Figura 1). Aquel curso de agua no era ningún arroyo, sino que tenía una anchura de cerca de medio kilómetro, y un caudal y una profundidad que impedían su cruce a pie, a nado o en animal. Para cruzarlo se necesitarían barcos para 40.000 hombres… Querido lector, siente aquí la magnificencia del río Rin en su curso medio.

Figura 1. Ubicación aproximada del punto de cruce sobre el río Rin hacia Germania.

Julio César bajó del caballo y se aproximó a la orilla. A pesar de la neblina de la mañana, trató de vislumbrar la orilla opuesta. Por mucho que entornó los ojos, no lo consiguió. Enrabietado, se giró a su derecha y llamó a tres hombres que se encontraban en la cabeza del destacamento. “Yo, Gaius Iulius Caesar, miembro del Triunviriato de Roma, Gobernador de la Galia, cruzaré el río en diez noches. Hacedlo posible”. Su voz fue firme, segura, confiada. Y aquellos hombres, a pesar de que aquello parecía un delirio de grandeza y poder, se dispusieron a cumplir sus órdenes. En el mismo momento en que Julio César se alejó del margen del río, los ingenieros comenzaron a trabajar. Y de aquí en adelante, encontramos una de las obras de ingeniería civil más increíbles de la historia: “Caesaris pontis”.

El tipo de puente más sencillo está compuesto por tres elementos. En 2078 años, desde el año 55 a.C. hasta la actualidad, no han cambiado. En primer lugar se encuentra el tablero, elemento horizontal paralelo (o no, dependiendo del tipo de puente y las necesidades del terreno, pero este es otro tema) al suelo que soporta lo que cruza el puente. Hoy en día, trenes, coches, o viandantes. Para Julio César, su ejército. El tablero no flota, sino que tanto su peso como el de los elementos que se apoyan sobre él es transmitido a través de las pilas, que simplemente son elementos de unión, a la cimentación. Este elemento finalmente descarga el peso en el terreno. Todos estos elementos, mostrados en la Figura 2, se elaboran con un material estructuralmente resistente. Todos hemos visto puentes de hormigón o acero. En la época de los romanos, la piedra y la madera eran los materiales disponibles para estos menesteres. En base a todo esto, los ingenieros del César diseñaron un puente de madera de 4 metros de anchura, suficiente para el paso del destacamento de 40.000 hombres en formación, y compuesto de 56 tramos, siendo cada tramo el trozo longitudinal de tablero comprendido entre pilas. Cada tramo tenía una longitud de 8 metros, id est, el puente tenía una longitud de aproximadamente 450 metros. Pero… ¿y la cimentación?

Figura 2. Partes de un puente.

En principio, para colocar la cimentación sobre la cual se apoyan las pilas de cualquier puente debe buscarse un terreno firme, resistente, compacto, poco deformable. Lo ideal, un macizo rocoso. Así, es posible ejecutar cimentaciones superficiales, técnicamente denominadas zapatas, que simplemente son unos elementos cuadrados de hormigón que se apoyan sobre el terreno (Figura 2). Un terreno a evitar siempre es el fondo fangoso y arcilloso de un río caudaloso. En él, las zapatas se hunden y hay que ejecutar pilotes. Estos son clavos que penetran en el interior del terreno alcanzando una capa de terreno resistente que se encuentra a mayor profundidad, en la cual se hincan y sujetan. Las cabezas de los pilotes se encuentran unidas por una placa, el encepado, sobre el cual se apoya la pila. Todos estos elementos se muestran en la Figura 3. Hoy en día, con todas las tecnologías disponibles, es imposible evitar a veces la ejecución de pilotes. En el 55 a.C. no tenían esta tecnología… Y Julio César había dicho 10 días… Así, los ingenieros diseñaron pilotes.

Figura 3. Ejemplo de pilotes y encepado

No obstante, a veces la bendición divina que tenía en aquella época Roma y su ingeniería es incuestionable. Aquel grupo de tres ingenieros, como si de algo banal se tratase, se preguntó ¿Y si unimos las pilas y los pilotes de modo que sean el mismo elemento? Así, plantearon unos pilotes de gran longitud, extraídos a partir de troncos completos de árboles. Estos se clavarían lo suficiente en el lecho del río mediante un martinete, el martillo para hincar los clavos que son los pilotes (Figura 4). Estos pilotes además cubrirían toda la profundidad del río, y se elevarían sobre el nivel del agua. Sobre ellos se colocaría el tablero. Dos en uno. Pilas-pilotes. Ingeniería vanguardista y actual… hace poco más de dos milenios.

Figura 4. Martinete romano para la hinca de los pilotes.

Habían alcanzado el diseño básico, pero les faltaba seguridad. ¿Las pilas del puente aguantarán? ¿Y si la fuerza del agua las vence? La mente de estos tres ingenieros no tenía parangón y, simplemente haciendo formas con sus dedos, se les ocurrió disponer las pilas en forma de caballete. Cada pila estaría formada por tres pilotes, dos hincados hacia el exterior del puente, id est, hacia la zona lateral del tablero, mientras que el otro estaría hincado en sentido opuesto. Los dos hincados hacia el exterior estarían unidos mediante unos breves travesaños para evitar que se separasen o creasen una pared que impidiese el movimiento del agua y, con ello, comprometer la estabilidad del puente. Habían desarrollado unas pilas con tres puntos de apoyo, difícilmente deformables. Estas pilas se colocarían por parejas, una al lado de otra separadas 4 metros, la anchura del puente. Y se colocarían parejas de pilas separadas 8 metros hasta cubrir los 450 metros de anchura del río Rin. Tras esto, simplemente se colocarían troncos entre las parejas de pilas que se encontraban en la misma sección y, entre los troncos, vigas de madera de una longitud de 8 metros, la longitud del tramo, cubiertas por tablones en sentido transversal. En este momento se había diseñado el primer puente de vigas de la historia (Figura 5). ¡Ave César!

Figura 5. Recreación del puente de Julio César sobre el río Rin.

Sin embargo, un detalle le faltaba a este diseño. El agua en movimiento, las posibles olas en un río tan ancho… y un delicado puente de madera. El puente no podía, por tanto, ser rígido, debía adaptarse al movimiento del agua, mecerse con ella, para garantizar que en ningún momento quebrase. La misma idea que hay detrás del diseño de estructuras que resisten terremotos. La estructura debe vibrar con el suelo, bailar. Hoy en día los técnicos lo llamamos cálculo dinámico de estructuras. Los ingenieros romanos no conocían su nombre, pero no usaron clavos rígidos para unir los tablones a los troncos y estos a las pilas, sino cuerdas tensadas. Una unión que se puede deformar y moverse sin que suponga un daño para el puente, como la mostrada en la Figura 6. En definitiva, una unión articulada moderna.

Figura 6. Ejemplo de unión mediante cuerdas.

Con este “sencillo” diseño, y en plazo, el puente se construyó. Miren otra vez la Figura 5 y observen su grandeza. Diez días después de haberse encontrado con el río Rin, Julio César y su destacamento al completo cruzaron el puente en busca de la gloria, la grandeza y el poder que ansiaban, y que llevó a Julio César a ser el primer dictador romano. Y aquel puente, construido en 10 días, aguantó… Solo pudo ser destruido por su creador, cuando Julio César ordenó desmantelarlo.

¿Realidad o ficción? ¿Una leyenda? Julio César documentó la construcción de este puente. Si se construyó o no en diez días queda a tu propia opinión, lector. Pero algo sí que nos debe hacer pensar. ¿Cómo aquellos tres hombres, con la tecnología de aquella época, pudieron llevar a cabo un diseño estructural que sigue hoy vigente? A pesar del tiempo transcurrido desde aquel momento y los notables avances en medios y tecnología, muchos viaductos que nos encontramos en las carreteras, cuando pasamos por debajo de un puente como el de la Figura 7, siguen siendo puentes de vigas: secciones con pilas y vigas colocadas entre las pilas de dos secciones. Exactamente igual que en el “Caesaris pontis”.

Figura 7. Puente de vigas actual para una carretera.

Referencias

https://es.wikipedia.org/wiki/Puente_de_Julio_C%C3%A9sar_en_el_Rin

https://es.wikipedia.org/wiki/Julio_C%C3%A9sar

https://es.wikipedia.org/wiki/Guerra_de_las_Galias

http://www.jdiezarnal.com/listasemperadoresromanos.html

https://www.traductorpro.com/traductor-espanol-latin

https://sites.google.com/site/tendiendopuentes2015/conceptos-basicos?tmpl=%2Fsystem%2Fapp%2Ftemplates%2Fprint%2F&showPrintDialog=1

http://www.generadordeprecios.info/obra_nueva/Cimentaciones/Encepados/De_pilotes/Encepado_de_grupo_de_pilotes.html

https://es.123rf.com/photo_23988340_la-uni%C3%B3n-de-los-registros-de-una-cuerda-en-la-construcci%C3%B3n-de-una-casa-de-madera.html

https://www.alamy.es/foto-la-parte-inferior-del-puente-de-carretera-vigas-de-hormigon-paralelas-con-grandes-pilares-de-hormigon-sobre-entrada-estrecha-16247029.html